I+D9 de junio, 2021
El estilo de vida de la madre desde la concepción hasta el segundo año de vida marca la salud futura de su bebé
La alimentación del padre en los meses previos a la concepción también podría influir en la salud del recién nacido.
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Seguir una dieta equilibrada y practicar actividad física puede disminuir el riesgo de padecer enfermedades que están estrechamente relacionadas con el estilo de vida, como la hipertensión, la diabetes, la hipercolesterolemia, la enfermedad coronaria, etc. Lo que es menos conocido es que estos hábitos pueden determinar la salud incluso antes del nacimiento y que las decisiones que tome la madre en el periodo de gestación y en los meses posteriores al parto, van a ser cruciales para el desarrollo futuro de su bebé.
El efecto que tienen en el recién nacido las intervenciones nutricionales durante el embarazo es uno de los temas que se han tratado en el II Congreso Digital de la Asociación Española de Pediatría (AEP) de la mano del doctor Miguel Sáenz de Pipaón, miembro del Comité de Nutrición y Lactancia Materna de la AEP y especialista del Servicio de Neonatología del Hospital Universitario La Paz de Madrid.
“Hay momentos críticos de la vida en los cuales determinados ambientes pueden resultar dañinos de cara al futuro. En el caso de la gestación, el ambiente y la nutrición que rodeen a la madre y el niño durante los dos mil primeros días que transcurren desde el momento de la concepción hasta el segundo año de vida del bebé, van a tener un impacto decisivo sobre la trayectoria de la salud a largo plazo y en el riesgo de enfermedad en la adolescencia y en la edad adulta”, apunta el doctor Sáenz de Pipaón.
Así, un peso demasiado bajo o excesivo en el momento el nacimiento, consecuencia de malnutrición o sobrepeso maternos, predisponen a unos cambios metabólicos que, si se perpetúan durante las primeras etapas del crecimiento, pueden aumentar el riesgo de desarrollar patologías como la obesidad, la hipertensión o la enfermedad coronaria. “Los bebés que nacen con bajo peso tienen el doble de riesgo de tener enfermedad coronaria en la edad adulta que aquellos que nacen con un peso estándar, aunque puede disminuir hasta el 30% si en los dos primeros años de vida se lleva a cabo una recuperación del peso”.
“Ahora bien, -apunta el experto- si esta recuperación se alarga y persiste más allá de los dos años, aumenta el riesgo de tener hipertensión arterial, diabetes y enfermedad coronaria en la edad adulta”, advierte.
Los casos de desnutrición materna son muy puntuales, mientras que el sobrepeso en las mujeres embarazadas se observa con preocupante frecuencia. “Estos casos provocan el nacimiento de niños más grandes y con más masa grasa que, si no la pierden durante los dos primeros años de vida, puede desarrollar problemas de salud”.
El peso en el embarazo
Durante el embarazo, la ganancia de peso está indicada en función del peso que se tenga antes de la concepción. Aunque la media está en 12 kilogramos, las mujeres con sobrepeso deben ganar menos, unos 8, y aquellas que están demasiado delgadas un poco más, en torno a los 15 Kg. Para ello, los expertos aconsejan seguir una dieta variada y equilibrada, como la mediterránea, y, en ningún caso, hacer dietas de pérdida de peso.
“La única pauta para las mujeres con sobrepeso es que cuiden sus hábitos alimenticios antes de quedarse embarazadas, garantizando siempre que los depósitos de micronutrientes estén cubiertos, y que mantengan una dieta saludable durante la gestación para que el aumento de peso no sea excesivo”, apunta el especialista.
El desarrollo cerebral del niño tiene lugar desde el tercer trimestre de embarazo hasta los dos años y cualquier alteración nutricional durante este periodo crítico puede tener efectos sobre el desarrollo neurológico y de los circuitos que regulan el desarrollo y la conducta del individuo. “Durante esta etapa es vital ingerir los micronutrientes adecuados, como vitaminas y minerales, entre los que se encuentran el hierro, el yodo o el ácido fólico”.
Con respecto a este último, “se recomienda la suplementación prenatal con ácido fólico un mes antes de la concepción y durante las primeras 12 semanas de gestación”, recuerda el doctor Sáenz de Pipaón.
Otro aspecto que va a tener una importancia significativa en esta etapa del desarrollo es la microbiota intestinal de la madre. “Una microbiota intestinal sana en la madre disminuye las probabilidades en el niño de tener asma, alergias y atopia” y advierte de que “la presencia de una microbiota alterada durante la lactancia se asocia con mayor riesgo de eczema atópico en el bebé”.
Asimismo, los expertos han concluido que la salud del recién nacido no solo está influida a largo plazo por el estado de salud de la madre antes y durante la gestación: la alimentación del padre en los meses previos a la concepción también podría tener relevancia. “Faltan datos para afirmarlo con certeza, pero algunos cambios epigenéticos en el esperma del varón tienen repercusiones epigenéticas en el niño”, indica el especialista en Neonatología del Hospital Universitario La Paz.