Jueves, 21 de noviembre de 2024

I+D11 de abril, 2024

Hasta el 40 % de las personas con enfermedad de Parkinson tienen depresión

El doctor Diego Santos García, neurólogo del Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña (CHUAC) y del Hospital San Rafael de la misma ciudad gallega y director de la Fundación Degén. El neurólogo Diego Santos García.

Puede preceder en varios años a la aparición de los síntomas motores.

Los trastornos afectivos pueden preceder en varios años a la aparición de los síntomas motores en las personas con la enfermedad de Parkinson. En particular, la depresión es la manifestación psiquiátrica más frecuente, ya que afecta hasta un 40 % de los individuos que padecen este mal. De hecho, el trastorno depresivo grave tiene una prevalencia del 17 % en esta patología neurológica.

"En ocasiones, la depresión es un síntoma premotor: es decir, aparece antes que los síntomas motores y ya es, en realidad, una manifestación de la enfermedad de Parkinson", explica el doctor Diego Santos García, neurólogo del Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña (CHUAC) y del Hospital San Rafael de la misma ciudad gallega. "Otras veces puede haber un componente reactivo hacia los síntomas o al encajar el diagnóstico de esta enfermedad neurológica", añade.

La comunidad científica parece estar de acuerdo en que tendría sentido pensar que la simultaneidad de depresión junto a otro factor de riesgo adicional aumenta la probabilidad de que se desarrolle una enfermedad neurológica. Esto parece especialmente habitual en enfermedades neurodegenerativas, donde ya se considera la depresión como una manifestación preclínica.

"Los síntomas de depresión en la enfermedad de Parkinson pueden ser variados: desánimo, ansiedad, angustia, inquietud, irritabilidad, ira, volverse retraído o aislarse, fatiga y falta de energía, sentimientos de desesperanza, impotencia, inutilidad, culpabilidad y odio a uno mismo, anhedonia y pérdida de interés por las cosas", pone de manifiesto el doctor Santos García. "En ocasiones, puede haber vinculación entre depresión y apatía y un mayor riesgo de desarrollar deterioro cognitivo", agrega.

Impacto de la depresión

La depresión puede tener un impacto significativo en el pronóstico, la calidad de vida y la evolución de la enfermedad de Parkinson, además de en la carga para el cuidador; de hecho, puede provocar mayor discapacidad y carga que los síntomas motores. Además, se asocia a un aumento del nivel de deterioro cognitivo y de la disminución en las funciones motoras frente a los pacientes con enfermedad de Parkinson que no padecen depresión.

"En estadios avanzados de la enfermedad de Parkinson, la depresión influye en la limitación funcional de los pacientes y en la sensación de carga que pueden generar en la familia", afirma el también director de la Fundación Degén. "La depresión provoca una percepción de mayor gravedad de los síntomas por parte del paciente y es, sin duda, un factor asociado a una peor calidad de vida percibida, independientemente de otras variables", destaca.

Varios estudios indican que el riesgo de suicidio también es mayor en personas con enfermedades neurológicas como la enfermedad de Parkinson y coinciden en señalar que, en la mayoría de los casos, la ideación suicida aparece en la etapa próxima al diagnóstico, ante sintomatología invalidante y/o en pacientes que presentan comorbilidad psiquiátrica, sobre todo, depresión. Las cifras indican que las muertes por suicidio en personas con enfermedad de Parkinson son cinco veces superiores a las registradas en la población general.

Tratamiento temprano

Diferenciar la apatía de los síntomas afectivos de la depresión es importante en la enfermedad de Parkinson para guiar los enfoques de tratamiento. El inicio temprano del tratamiento de los síntomas depresivos es crucial debido a su impacto en la discapacidad, la calidad de vida y la mortalidad.

Para tratar la depresión en pacientes con enfermedades neurológicas se requiere de un enfoque multidisciplinar que tenga en cuenta aspectos neurológicos, psiquiátricos y psicológicos. Así, se necesitan estrategias integradoras que combinen intervenciones farmacológicas y no farmacológicas, especialmente cuando los síntomas neurológicos afectan a la funcionalidad diaria y a la calidad de vida.

"Si pudiéramos identificar qué pacientes con depresión en realidad tienen enfermedad de Parkinson en un estadio muy inicial y tuviéramos un tratamiento para frenar la progresión de la enfermedad o, al menos, ralentizarla, podríamos decir que identificar la depresión como síntoma inicial sería capital para poder introducir tal terapia", concluye el doctor Diego Santos García.




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