Se trata de una enfermedad crónica de la piel que no tiene cura, aunque sí pueden controlarse la aparición de brotes.
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Más de 40 millones de personas padecen rosácea en nuestro país, una enfermedad inflamatoria crónica de la piel que cursa en brotes que se alternan con periodos de remisión y se localiza principalmente en la zona central del rostro. Esta enfermedad afecta entre tres o cuatro veces más a las mujeres que a los hombres, suele darse entre los 30 y 60 años, y más frecuentemente en la posmenopausia.
Su causa no está clara, aunque se sabe que en su aparición pueden influir tanto factores internos (predisposición genética, factores hormonales, fototipos claros) como factores externos (estrés, alimentación, consumo de alcohol, cambios de temperatura o radiaciones UV, entre otros).
Al ser una enfermedad crónica, la rosácea no tiene cura. Sin embargo, según apunta Estefanía Arredondo, del departamento médico de Olyan Farma, “es importante tener una rutina diaria adecuada de cuidado facial, así como de protección solar, dado que esta enfermedad empeora claramente con la exposición. Existen una serie de modificaciones en el estilo de vida evitando productos irritantes y aplicando productos específicos que pueden mejorar los síntomas”.
Consciente de las necesidades de este tipo de pieles, Olyan Farma ha lanzado Rosaid, un tratamiento multifactorial que ayuda a controlar todos los aspectos de una piel que cursa con rosácea tales como el eritema, la irritación, el picor y el escozor, además de controlar y mantener la piel hidratada y protegida en rosáceas de tipo 1 y 2, es un producto perfecto para el mantenimiento interbrotes y como tratamiento en los estadios iniciales.
En este sentido, la experta explica que “como en otras muchas afecciones cutáneas, es muy importante el diagnóstico precoz y el tratamiento temprano durante el brote de enfermedad, pero es especialmente relevante acordarnos del tratamiento de mantenimiento en los periodos libres de brote”.
Además, desde Olyan Farma recuerdan que existen cuatro tipos de rosácea y en cada una de ellas existen tres subtipos, dependiendo de la intensidad de los síntomas (leve, moderada o severa): el tipo 1 se denomina eritematotelangiectásica; el 2, papulopustulosa; el 3, fimatosa; y el 4, ocular.
Tipos y síntomas de la enfermedad
La rosácea se manifiesta con un enrojecimiento centrofacial (las mejillas, la nariz, los párpados, la frente y la barbilla) con telangiectasias, erupciones papulopustulosas similares al acné y aumento en el grosor de la piel. Es por ello, que, aunque curse en brotes, recuerda Estefanía Arredondo, “con el paso del tiempo y en las formas más graves pueden permanecer los síntomas, afectando claramente a la calidad de vida del que lo padece tanto por los síntomas de ardor, quemazón y dolor como por carga emocional que supone el componente estético, llegando incluso a suponer un motivo de absentismo laboral”.
La experta también recuerda que la alimentación juega un papel importante en el cuidado de la piel de todas aquellas personas que sufren alguna patología cutánea crónica. “En concreto, en la rosácea, se recomienda evitar las comidas picantes, el chocolate, las comidas y bebidas muy calientes y el consumo de alcohol. Además, controlar los niveles de estrés y protegerse de la exposición solar, son otros hábitos que pueden reducir la aparición de un brote y mejorar los síntomas”.