El 50 % de los universitarios han percibido la necesidad de apoyo psicológico por problemas de salud mental. Esta es la principal conclusión del último estudio realizado por el Ministerio de Universidades junto al Ministerio de Sanidad, que refleja que el 17 % de los estudiantes declaró haber recibido prescripción médica de tranquilizantes, ansiolíticos, antidepresivos o hipnóticos.

Esas cifras ponen de manifiesto la necesidad de enseñar a los más jóvenes a mantener una salud mental óptima y a adoptar rutinas mentales beneficiosas que promuevan el bienestar emocional y cognitivo.

Hay rutinas mentales contraproducentes que pueden afectar negativamente la salud mental. La rumiación, o el acto de preocuparse repetidamente por los mismos problemas sin resolver, puede aumentar la ansiedad y la depresión. Este patrón de pensamiento está asociado con una actividad cerebral elevada en regiones relacionadas con la autocrítica y el miedo, lo que puede perpetuar el ciclo de malestar emocional.

Con el objetivo de evitar este tipo de conductas y que los jóvenes adopten pautas que fomenten su bienestar emocional, además de que saquen el máximo partido a su aprendizaje, se pueden aplicar algunas claves en el día a día:

• Alimentar la mente de manera positiva. Actividades como la meditación o la atención plena ayudan a fortalecer la actividad cerebral asociada con la regulación emocional y la toma de decisiones. Cualquier actividad que sirva para serenar nuestro sistema nervioso y nuestra mente genera una paz interior que implica beneficios como evitar alternaciones dermatológicas, problemas digestivos e intestinales o cambios en el funcionamiento del organismo.
• Evitar la sobrecarga y planificar. Tener objetivos claros y alcanzables proporciona un sentido de propósito y dirección en la vida que incrementa la motivación y la satisfacción personal. La visualización de metas ayuda a potenciar la actividad cerebral relacionada con la motivación y la recompensa, reforzando así la salud mental. Sin embargo, es esencial ser realista con esas expectativas, ya que las personas muy autoexigentes y perfeccionistas pueden acabar priorizando la consecución de metas y olvidarse de vivir cada momento.
• Exponerse a nuevas experiencias de aprendizaje. Realizar actividades creativas promueve la formación de nuevas conexiones neuronales, fortaleciendo la red neuronal y mejorando la función cognitiva.
• Evitar el uso excesivo de las redes sociales. La sobreestimulación visual y la falta de interacción social pueden disminuir la plasticidad cerebral y afectar la atención y la concentración. Además, la comparación constante con los demás y la exposición a contenidos negativos pueden derivar en insatisfacción y en disminución de la autoestima en muchas personas. Incluso, el tiempo prolongado frente a pantallas puede afectar el sueño y la calidad del descanso, lo que influye directamente en el bienestar mental.
• Dormir lo necesario. Respetar el ciclo de sueño con una media de 7 u 8 horas diarias de descanso, así como irse a dormir todos los días sobre la misma hora evitando interrupciones, son factores clave para aumentar el número de nuestras neuronas e incrementar el bienestar emocional.

La clave está en educar la mente, pero sin obsesionarse: Intentar controlar los pensamientos puede acabar generando estrés y preocupación. Está ampliamente demostrado que uno no puede controlar los pensamientos negativos que le vienen a la cabeza, e interpretar que esos pensamientos forman parte de su personalidad provoca una provocación extra a las personas.

No obstante, hay casos en los que se necesita una ayuda mayor para cambiar de hábitos, por lo que no hay que dudar en acudir a un psicólogo para buscar, desde sus conocimientos, la manera de encontrar estrategias que ayuden a potenciar el bienestar emocional.