Doctor Julio Maset, experto médico de Cinfa.
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Esta primavera se prevé que los niveles de polen sean elevados. Así lo señalan los expertos tras un otoño e invierno en los que las precipitaciones han sido abundantes y como consecuencia de las intensas nevadas que dejó el temporal ‘Filomena’ y el posterior deshielo, que han favorecido el crecimiento de las plantas. Todo ello, junto a las bajas temperaturas que hemos tenido a lo largo de varias semanas, ha contribuido a que las gramíneas salvajes enraícen mejor.
Las gramíneas son el tipo de planta que más alergia al polen causa en nuestro país: cerca de 7 millones de personas son alérgicas a ellas, según la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC).
Se trata de un polen muy alergénico que crece de manera espontánea en áreas extensas y terrenos muy variados, como campos de cultivo o arcenes de las carreteras. De hecho, se calcula que el 20% de la superficie vegetal del mundo está ocupada por esta familia de plantas. Otras plantas como los olivos, especialmente en el sur, o los cipreses y las arizónicas, en las ciudades, son también grandes generadoras de polen.
Aunque es cierto que, para la mayoría de las personas, el polen de plantas es inofensivo, el organismo de las personas alérgicas lo identifica como un agente invasor, por lo que libera sustancias como la histamina, con el objetivo de protegerse. El resultado son síntomas tan típicos como los estornudos, el picor de nariz o el lagrimeo.
La mascarilla, una gran aliada para los alérgicos
Las mascarillas, que se han convertido para la población en un elemento básico de protección ante la infección por coronavirus, también pueden ser beneficiosas para aquellas personas alérgicas al polen. Su acción filtrante permite que el grado de exposición al polen sea menor si lo comparamos con otros años, por lo que su uso puede prevenir parte de los síntomas, especialmente en casos de rinitis y asma. Se ha demostrado que las mascarillas FFP2 filtran muy bien el polen, por lo que disminuyen su inhalación y pueden reducir la sintomatología asociada. En cambio, las mascarillas quirúrgicas o las de tela con filtro evitan solo la contaminación saliente, pero no la entrante.
De igual modo, seguir unas sencillas precauciones en nuestro día a día puede ayudarnos a sobrellevar la alergia primaveral. Partiendo de la premisa de que la mejor forma de evitar la alergia es reducir la exposición al polen, es recomendable evitar salir en los días de viento o en determinadas franjas horarias (primeras horas del día -hasta las 10:00- y las últimas -de 19:00 a 22:00 horas), consultar la concentración de pólenes en las webs oficiales con el fin de planificar nuestras actividades en el exterior, llevar puestas las gafas de sol al salir de casa, evitar tender la ropa en el exterior o usar filtros antipolen en el coche y en el aire acondicionado. En el caso de emplear medicamentos antihistamínicos, es importante seguir siempre los consejos del médico y no automedicarse.
En definitiva, la mejor forma de evitar la alergia es reduciendo la exposición al polen y, en esta primavera distinta, la mascarilla puede ser una gran aliada a la hora de controlar las molestias.