Dr. Joan Palou Redorta, director de la Escuela Europea de Urología, Fundació Puigvert.
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En el Día Mundial del cáncer de Próstata, que se celebra el próximo 11 de junio, hay que recordar la importancia de sensibilizar a la sociedad sobre esta enfermedad e informar de la importancia del diagnóstico precoz para lograr un tratamiento rápido y eficaz.
El cáncer de próstata es el cuarto tumor más frecuente en el mundo y el segundo en el hombre, estimándose que 1 de cada 6 varones desarrollará cáncer de próstata a lo largo de su vida. Solo en el año 2018 fueron diagnosticadas más de 1.276.000 personas en el mundo.
Ese mismo año fallecieron en España 6.061 hombres a causa de esta enfermedad y se estima que en 2020 hubo más de 31.700 nuevos casos entre los españoles, siendo el cáncer más frecuente entre los varones, según la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC).
La mayor probabilidad de sobrevivir a este tipo de cáncer deriva de su detección precoz, ya que cuando se identifica en las primeras fases y es tratado por equipos médicos expertos, aumentan las posibilidades de curación.
La edad es un factor de riesgo ya que más del 75% de los casos se diagnostican en mayores de 65 años. No está claro que las dietas ricas en grasas y carnes rojas favorezcan el cáncer de próstata pero si el hábito de fumar, el contacto con metales pesados como el cadmio, la escasa exposición al sol, el exceso de peso y una vida sedentaria.
Si no existen antecedentes personales ni familiares que supongan un mayor riesgo de desarrollar cáncer de próstata es recomendable a partir de los 50 años realizar un chequeo, a partir de los 45 si hubiera antecedentes familiares o a partir de los 40 años si se presenta una mutación del gen BRCA1.
En la población con muy bajo nivel de PSA en sangre, se podrán espaciar las determinaciones de control o incluso omitir nuevos controles. Una de las principales características de este cáncer es que no produce síntomas, sobre todo en las fases iniciales de la enfermedad donde el diagnóstico precoz es fundamental para lograr la curación del paciente.
Por ello, la consulta al especialista debe convertirse en la norma, puesto que los controles habituales permiten que más del 90% de los cánceres de próstata se detecten a tiempo.
En fases más avanzadas, los síntomas pueden ser: incapacidad para orinar o dificultad para comenzar a hacerlo, necesidad frecuente o urgente de orinar, dificultad para vaciar la vejiga por completo, sangre en la orina o el semen, dolor continuo en la región lumbar, la pelvis o los muslos, pérdida de apetito y de peso.
Una vez que se ha confirmado el diagnóstico del cáncer de próstata y se han realizado las pruebas necesarias para conocer en qué fase está la enfermedad, se debe determinar cuál es el tratamiento más adecuado. Este debe adaptarse a las características individuales de cada paciente, y estará determinado por el tumor, su grado y estadio, edad, expectativa de vida, situación clínica y preferencias del paciente.
Las alternativas van desde la vigilancia activa que suele ofrecerse a pacientes mayores de 70-75 años o aquellos que presenten un tumor de bajo riesgo, a los distintos tipos de tratamientos, unos con fines curativos (como la cirugía y la radioterapia) y otros con fines paliativos (con el objetivo de aumentar la supervivencia y la calidad de vida de los pacientes, como la hormonoterapia), alternativas que el médico analizará junto con el paciente para decidir lo mejor en cada caso.
En este sentido, la prostatectomía radical consiste en la extirpación de la próstata y las vesículas seminales preservando las estructuras ligamentosas, musculares, vasculares y nerviosas para que el paciente pueda conservar su continencia y su potencia sexual tras la realización de la intervención. Esto se puede lograr de una forma más precisa y segura gracias al abordaje robótico que es actualmente la técnica quirúrgica más segura y menos invasiva.
Con el sistema robótico Da Vinci la extirpación de la próstata se realiza a través de 4 pequeñas incisiones abdominales (5-10 mm) por las que se introducen una cámara y los brazos articulados del robot necesarios para la intervención.
En el campo de cáncer de próstata, se está evolucionando en los marcadores predictivos a distintos niveles, en el diagnóstico (PET PSMA, nanopartículas, etc.) y también en la aplicación de la inteligencia artificial (IA) en el diagnóstico y manejo terapéutico. Ya es una realidad la interpretación de la anatomía patológica o de la imagen de la resonancia magnética nuclear por IA. Un ordenador interpreta las imágenes después de haberle “enseñado” lo que representa cada una de ellas; la certeza es muy importante y además “no se cansa”.
La aparición de nuevos tratamientos hormonales, está obteniendo mejor respuesta al tratamiento en enfermedad metastásica y aumentando la supervivencia.
El futuro ya está aquí y los cambios se están produciendo rápidamente en el diagnóstico y manejo del paciente oncológico. Los especialistas en este campo tan apasionante de la oncología debemos adaptarnos y “coger el tren”, para ofrecer, en todos los aspectos, lo mejor para nuestros pacientes.