Opinión19 de septiembre, 2021
Milagros Ponce, presidenta de la Fundación Blas Méndez Ponce: "Cáncer infanto-juvenil y Covid-19"
Durante 24 años la Fundación Blas Méndez Ponce ha trabajado para mejorar la calidad de vida de los pacientes oncológicos
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Los niños y adolescentes enfermos de cáncer tienen una complicacion muy grande con la pandemia, para poder tener una infancia o adolescencia medianamente digna sin que deje graves secuelas para toda lavida .
Todas y cada uno de las personas cuando nos hablan de cáncer nos recorre una sensación de miedo, de pavor, ¡¡¡qué no me toque!!!, a pesar de que es más que probable que a lo largo de nuestra vida tengamos cerca muy cerca un caso de cáncer en un niño y/o adolescente. Si además pueden ser nuestros hijos, hermanos, sobrinos, la situación se agrava, tanto, que el enfermo la familia y el mundo que le rodea se rompe.
Las estadísticas nos dicen que cada año se diagnostican de cáncer alrededor de 1.000 niños en España. No tenemos datos sobre adolescentes, pero si tenemos en cuenta que en los últimos cinco años la media de nacimientos es de unos 400.000, niños por año, nos da que sobre un 4% de nuestros niños serán enfermos de cáncer antes de alcanzar la mayoría de edad. Con lo que estamos hablando de una enfermedad muy grave, que además tiene tratamientos muy largos y duros, con cirugías, trasplantes y un largo etcétera, que hacen que el cáncer sea una rémora muy dura de llevar. Al mismo tiempo a los problemas clínicos sanitarios, hay que añadir los psicológicos, familiares, sociales, educativos…
Pero aún hay más si añadimos la pandemia mundial, que desde el año 2020 padecemos por la COVID-19. La situación de un niño o adolescente con cáncer se agrava especialmente, la soledad les invade de forma aplastante, solos en casa, solos en las habitaciones del hospital, además del miedo a añadir una nueva enfermedad o que se enferme alguien de la familia, tu cuidador, y la soledad queda como un mantra mes a mes. El aislamiento que padecen es infernal, todas las entidades hemos paralizado nuestros programas durante mucho tiempo, creando graves secuelas en los pacientes.
A consecuencia de la COVID-19, todas las entidades hemos paralizado nuestros programas durante mucho tiempo, creando graves secuelas en los pacientes.
Todos hemos conocido durante los aislamientos domiciliarios la soledad, el miedo, el aislamiento por lo que, aunque solo sea un poco, podemos imaginar lo que puede significar para cualquier persona. De hecho, los problemas psíquicos y sociales en la población han aumentado en un tanto porciento muy elevado, en todas las edades, pero especialmente en pacientes con otras patologías, como es el caso del cáncer, y en niños y adolescente
Durante 24 años la Fundación Blas Méndez Ponce ha trabajado para mejorar la calidad de vida, la autoestima, la confianza y un largo etcétera, a través de actividades extrahospitalarias de varios días en diversos lugares de España, con grupos de pacientes que están recibiendo tratamientos de oncología. Sacar el hospital y la vida cotidiana a la calle y programas de actividades intrahospitalarias, llevar la calle al hospital con el programa la sonrisa del sol , jóvenes que realizan actividades, talleres y juegos en la unidades de oncología de los hospitales , y programas con las familias, dentro y fuera de los hospitales. Con la pandemia este mundo cambia de forma rotunda y duradera, para este colectivo mucho más que para cualquiera de nosotros.
Con la pandemia este mundo cambia de forma rotunda y duradera, para este colectivo mucho más que para cualquiera de nosotros.
¿Qué estamos haciendo?
¿Qué hacemos desde la Fundación para ayudar a cambiar esta realidad, tan cruel y que a la larga tendrá graves consecuencias? Adaptar nuestros programas a la nueva situación, siempre teniendo en cuenta la pandemia y la enfermedad.
En primer lugar, desde la Fundación, sabemos la capacidad de las personas para adaptarse a las diversas situaciones. Por lo que hemos adoptado nuestros programas a la nueva situación, como el programa de formación para que todos los voluntarios participaran en el proyecto.
Así, tenemos el Programa "La sonrisa del sol on-line", en el que los voluntarios se conectan on-line con los pacientes durante las tardes de sábados y domingos para realizar talleres, actividades, juegos, para charlar, comentar la actualidad todo ello en directo, lo que fomenta la socialización, el conocer personas nuevas, e incluso a los compañeros de hospital. Aunque no puedan compartir espacio físico, sí pueden compartir experiencias.
Luego está el programa de actividades extrahospitalarias, del que hemos adaptado las actividades, que se realizan con protocolos muy precisos que permiten a los pacientes poder seguir accediendo a las activades propias de cualquier niño o joven, más aun cuando los grupos siempre van acompañados por un equipo de sanitarios y profesionales que mantiene sus tratamientos durante las actividades.
En estos días, donde los niños y adolescentes se centran en los nuevos cursos, nuevos compañeros, nuevas actividades, ver a los antiguos amigos de clase, la compra de material escolar o de comentar con los compañeros cómo ha ido el verano las experiencias vividas, aunque sea con mascarillas y con distancia, nuestros pacientes, nuestros niños y adolescentes, no tendrán esa oportunidad de compartir todos esto pero no se conformarán con seguir en su habitación, solos y aislados ya sea el hospital o en el hogar. La Fundación les seguirá ofreciendo actividades únicas y mágicas, para intentar paliar en la medida de lo posible las graves secuelas que estas terribles enfermedades dejarán en ellos, mejorando con mucho su calidad de vida durante los tratamientos después de ellos, alcanzando en el tiempo una vida normalizada.
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