Francisco Araresá, manager Healthcare & Life Sciences de NEORIS España.
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La atención primaria debe reinventarse para ser más accesible, segura y eficaz para todos
Este último año hemos observado como la pandemia ha forzado a subirse al tren de la trasformación digital a sectores que, por descuido o falta de necesidad, habían mantenido modelos de negocio tradicionales donde su cultura digital aún no había ganado un peso táctico ni estratégico relevante, como es el caso de la industria farmacéutica.
En este tsunami tecnológico en el que nos encontramos, marcado por la acelerada velocidad de innovación en las últimas décadas, y la urgencia de adaptarnos a situaciones sin precedentes donde los modelos de relacionamiento se han visto altamente impactados, la pregunta que se plantea es: ¿qué queremos construir para no ahogarnos en esta ola? O aún mejor, ¿qué podemos hacer para aprovechar su inercia?
Es evidente que todos hemos oído hablar del potencial que tiene aplicar la tecnología al servicio de la salud. Soluciones de big data & analítica que permiten recoger, estandarizar y explotar datos de diversas fuentes y formatos para obtener insights de alto valor científico y comercial; inteligencia artificial para potenciar la optimización de candidatos moleculares en I+D, mejorando la eficiencia de ensayos clínicos, e incluso pudiendo predecir la evolución de enfermedades crónicas; o soluciones de movilidad, apps y wearables, principalmente, como vía para el seguimiento de pacientes y su adherencia a tratamientos.
Pero llegados a este punto, no podemos olvidar que estas tecnologías son y serán utilizadas por los diferentes actores que componen los procesos de negocio, y que estos actores son fundamentalmente personas.
La alta competitividad del sector y la velocidad con la que se producen los cambios, están obligando a la industria farmacéutica a tomar decisiones ágiles en la adopción de la tecnología. Omnicanalidad, estrategias centradas en el paciente, big data y analítica o migración a la nube son tendencias que están a la orden del día y que, aplicadas de forma adecuada, ayudan a crear ese flotador que les permita sobrevivir al tsunami tecnológico y aumentar su eficiencia sin morir en el intento.
Únicamente aquellas compañías que consigan, no solo introducir la tecnología en sus procesos, sino crear un ecosistema digital, conseguirán convertir ese flotador en una tabla de surf que les permita estar en la cresta de la ola.
Se trata de educar y empoderar digitalmente a empleados, pacientes y HCPs, además de trabajar un correcto gobierno del dato; usar la tecnología para reorientar modelos de relacionamiento actuales, como la visita médica hibrida, que establece nuevos criterios de sinergia entre fuerza de ventas y HCPs, hiperpersonalizando las interacciones, utilizar la movilidad para estrechar los vínculos médico-paciente, creando espacios donde generar datos en tiempo real (RWD-RWE), o aportar valor y soporte diagnostico al HCP a través de la Inteligencia Artificial.
Estos son solo algunos de los ejemplos que permiten establecer ese ecosistema digital y alcanzar la verdadera ventaja competitiva. Se trata de conseguir que las personas, con sus distintos grados de adopción de la tecnología, la incorporen como una herramienta valiosa, capaz de complementar al ecosistema farmacéutico digital de principio a fin.
Dado que sabemos que esta ola es imparable, ¿qué queremos construir? ¿Un flotador o una tabla de surf? Es importante tener clara la respuesta para que el sector pueda sobrevivir a este paradigma que tiene la transformación digital como protagonista.