I+D23 de marzo, 2023
Las altas tasas de ‘burnout’ entre los profesionales sanitarios sugieren que el sistema de trabajo es su principal factor causal
Se han descrito 12 patologías más frecuentes entre los sanitarios que sufren el síndrome de desgaste profesional.
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Entre el 30 y el 40 % de las enfermeras padecen el síndrome de burnout, mientras que el 38,2 % de los médicos presentaron uno o más síntomas de agotamiento en 2020. Su prevalencia se sitúa por encima del 40 % en los profesionales de atención primaria españoles, según la mayoría de estudios, por lo que, dos de cada cinco profesionales sanitarios sufriría algún síntoma del síndrome de burnout. Estos datos se pusieron de manifiesto en la Jornada de Trastornos Afectivos, organizada por recientemente por Lundbeck en Barcelona.
Precisamente, los profesionales de atención primaria, urgencias y medicina interna presentan algunas de las tasas más altas de este síndrome de desgaste profesional , ya que “en las especialidades con mayor demanda, y en las que existe mayor complejidad y gravedad de los pacientes, se da más grado de burnout”, aclara la doctora Rosa Gutiérrez Labrador, jefe de Sección de Psiquiatría en el Hospital Universitario Infanta Sofía (Madrid) y especialista en medicina del trabajo y en prevención de riesgos psicosociales.
Los profesionales de atención primaria, urgencias y medicina interna presentan algunas de las tasas más altas de este síndrome de desgaste profesional.
Además, ser mujer, joven, tener un trabajo de nivel inferior, menos años de experiencia, menor nivel educativo y/o trabajar en turnos rotativos se asocian con mayores síntomas de de este síndrome entre los profesionales sanitarios.
Estrés crónico en el trabajo
Reconocido por la OMS en 2019, el burnout o síndrome de desgaste profesional es el “resultado del estrés crónico en el lugar de trabajo que no se ha manejado con éxito”, según la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11). Se caracteriza por sentimientos de falta de energía o agotamiento; aumento de la distancia mental con respecto al trabajo, o sentimientos negativos o cínicos con respecto al trabajo; y una sensación de ineficacia y falta de realización . El burnout se refiere específicamente a fenómenos en el contexto ocupacional y no debe aplicarse para describir experiencias en otras áreas de la vida.
El burnout es, además, un factor de riesgo para el desarrollo de patologías psiquiátricas como depresión, trastornos de ansiedad, uso de sustancias y trastorno de estrés postraumático, entre otros.
“La fase de mayor gravedad de este trastorno es casi indistinguible, sintomáticamente, del trastorno depresivo porque comparten sintomatología afectiva, cognitiva y somática”.
“La fase de mayor gravedad de este trastorno es casi indistinguible, sintomáticamente, del trastorno depresivo porque comparten sintomatología afectiva, cognitiva y somática”, explica la jefe de Sección de Psiquiatría en el Hospital Universitario Infanta Sofía, quien destaca que, “según la bibliografía, del 38% de los profesionales que podrían sufrir burnout, el 7% recibe también un diagnóstico de depresión y, de ese 7%, tan solo un 10% busca ayuda profesional para el tratamiento de ese trastorno depresivo”.
Consecuencias del 'burnout'
El burnout conlleva consecuencias negativas tanto para la salud y bienestar de los profesionales sanitarios como para la calidad de la atención que se presta a los pacientes. Estas son algunas de sus consecuencias:
- Manifestaciones psicosomáticas: fatiga crónica, cefalea, trastornos del sueño y gastrointestinales.
- Problemas cardiovasculares.
- Conductuales: aumento de conductas violentas y de comportamientos de riesgo relacionados con el control de impulsos, conducta suicida.
- Emocionales: distanciamiento afectivo, impaciencia, irritabilidad, desconfianza y actitudes defensivas.
- Cognitivas: dificultad para concentrarse con diminución de memoria, peor razonamiento abstracto, déficit en la elaboración de juicios, que disminuyen el rendimiento y dan lugar a un aumento de errores médicos.
“Se han descrito hasta 12 patologías que son más frecuentes entre en los profesionales sanitarios con burnout, entre ellas, enfermedades cardiovasculares, asmáticas y musculoesqueléticas, e, incluso, se habla de un aumento de la mortalidad en menores de 40 años”, puntualiza la doctora Gutiérrrez Labrador.
Además, este problema de salud produce también repercusiones laborales, tales como insatisfacción y deterioro del ambiente laboral, disminución de la calidad del trabajo, absentismo laboral, reconversión profesional y abandono de la profesión. Por tanto, además del coste humano, el burnout se asocia también con un elevado coste económico.
Factores que influyen
Para la doctora Gutiérrez Labrador, “hay dos factores fundamentales que influyen en el síndrome de burnout de los profesionales sanitarios, por un lado, la organización y la carga de trabajo y, por otro, la dificultad para conciliar la vida personal y la laboral”.
En palabras de la doctora Verónica Olmo Dorado, especialista en Medicina Familiar y Comunitaria en el Centro de Salud Torreblanca (Sevilla) y coordinadora del Grupo de Trabajo de Salud Mental de Semergen, “este síndrome tiene un origen multifactorial, en el que intervienen el estrés crónico, las dificultades en la relación médico-paciente, el sufrimiento del paciente, las carencias de formación psicológica, la falta de apoyo social y el tiempo de consulta, así como las altas exigencias institucionales y las demandas del paciente, sin olvidar algunos rasgos de personalidad, como baja estabilidad emocional, ansiedad, perfeccionismo, idealismo y excesiva implicación en el trabajo, que se asocian de manera significativa con puntuaciones elevadas de burnout”.
En este sentido, la doctora Gutiérrez Labrador señala que “las altas tasas de burnout entre los profesionales sanitarios sugieren que es el sistema de trabajo, más que la personalidad, el principal factor causal de este síndrome de desgaste profesional”.
Prevención y abordaje
La prevención del burnout se debe plantear desde dos esferas, que tienen que ver con “la introducción de cambios organizativos y con el aumento de la resiliencia de los profesionales”, en opinión de la doctora Gutiérrez Labrador.
Para la doctora Olmo Dorado, “la prevención del síndrome de burnout en el médico de familia precisa de medidas a nivel institucional que disminuyan los principales factores que generan estrés; conseguir una distancia adecuada entre las demandas institucionales y las de los pacientes; ajustar el grado de implicación emocional a la tarea que se esté llevando a cabo; y disminuir la autoexigencia, hiperresponsabilidad, competitividad y expectativas”.
"La prevención del síndrome de burnout en el médico de familia precisa de medidas a nivel institucional que disminuyan los principales factores que generan estrés".
Además, abordar los factores psicológicos y sociales, con formación en técnicas de afrontamiento, manejo de las emociones y mejora del autocuidado, puede mejorar la resiliencia del médico y disminuir la ansiedad y los efectos del estrés crónico laboral. “Mejorar la gestión de la organización de los centros, adecuando el tiempo por paciente de las consultas, disminuyendo la carga de trabajo y permitiendo mayor capacidad de autogestión, el reconocimiento de los esfuerzos y buenos resultados y la mejora de los salarios son otros aspectos que se deben considerar”, matiza la doctora Olmo.
“El abordaje de este síndrome ocupacional busca la recuperación del profesional, aumentado su autoestima y seguridad y planteándole la posibilidad de un afrontamiento de los problemas más claro, realista y eficiente. Se han planteado terapias cognitivo-conductuales, técnicas de relajación, mindfulness, distintas alternativas para mejorar la resiliencia y compensar esas dificultades de agotamiento, de afrontamiento evitativo, de valoración del propio trabajo clínico”, explica la doctora Gutiérrez Labrador.