En el año 2050, una de cada seis personas tendrá 65 años, y en la actualidad el 10% de estas son "frágiles".
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Hay un hecho demográfico evidente a día de hoy y es algo de lo que ya se lleva hablando desde un tiempo: la población envejece a un ritmo vertiginoso. Tanto es así que en el año 2050, una de cada seis personas tendrá 65 años, según datos facilitados por la Universistat Oberta de Catalunya (UOC). Evidentemente, esta realidad constituye un reto para toda la sociedad, y en concreto dentro del ámbito profesional, los sanitarios tienen mucho que aportar en este sentido. Pero, ¿cómo afrontar esta inminente realidad?
Algunos expertos, indican que las respuestas solo se pueden encontrar si el envejecimiento se aborda desde una perspectiva transversal. Así, hay que entender esta etapa de la vida como un proceso biológico y psicológico determinado por la situación socioeconómica y cultural de cada momento.
Una de las claves está en envejecer con salud, pero ¿cómo se consigue esto? "Sabemos que el envejecimiento es inevitable, pero todavía no sabemos por qué unas personas envejecen peor que otras y qué hace que los órganos vayan degenerándose progresivamente con el tiempo. Cada vez vamos descubriendo más detalles de las bases biológicas del envejecimiento y de los cambios moleculares y celulares que definen los procesos relacionados con la edad", explica Salvador Macip, profesor de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC y profesor de la Universidad de Leicester.
"Sabemos que el envejecimiento es inevitable, pero todavía no sabemos por qué unas personas envejecen peor que otras y qué hace que los órganos vayan degenerándose progresivamente con el tiempo".
Para este científico, el reto es entender todos estos aspectos para poder manipularlos en el futuro. En este sentido, Macip, junto con otros investigadores internacionales, ha diseñado unos anticuerpos para destruir células viejas y frenar el envejecimiento. Además, actualmente está implicado en una investigación para averiguar si el ayuno intermitente retarda el envejecimiento en mujeres posmenopáusicas.
Nutrición y papel del farmacéutico
Ese camino hacia un “envejecimiento saludable”, centra el debate de algunos encuentros, debates o foros de salud. Recientemente, en el marco de Infarma 2022, se desarrolló una mesa redonda titulada "¿Cómo la nutrición te puede ayudar en el envejecimiento saludable y la movilidad?", en la que se trataron los requisitos necesarios para las buenas condiciones físicas y nutricionales que permitan cumplir años y mantener la salud.
Durante este encuentro se puso en evidencia, por ejemplo, la importancia de la intervención farmacéutica para la detección y prevención del deterioro nutricional y funcional, junto a la promoción de la salud en las personas mayores. Laura Mónica Pérez Bazán, responsable clínico de Geriatría en el Centro Hospitalario Pere Virgili, hizo la siguiente afirmación: “Debemos tener en cuenta que de media las mujeres llegaremos a cumplir más de 86 años y los hombres, 83. Este es un tema que nos afecta a todos, por eso se habla tanto de envejecimiento, nutrición, movilidad y de la importancia que esto tiene cuando nos hacemos mayores”.
“Con la edad se reduce la ingesta de alimentos por diferentes razones: cambio en las papilas gustativas y del olfato, efectos secundarios de algunos fármacos o alteraciones cognitivas y sociales”.
Para disfrutar de una vejez saludable la nutrición es un factor fundamental, así lo defendió Mónica Pérez, quien recordó que “con la edad se reduce la ingesta de alimentos por diferentes razones: cambio en las papilas gustativas y del olfato, efectos secundarios de algunos fármacos o alteraciones cognitivas y sociales”. Al respecto, la geriatra recordó los datos de un reciente estudio, según el cual “una de cada cinco personas de edad avanzada tiene malnutrición y esta situación genera un impacto directo sobre la capacidad funcional del paciente porque la malnutrición genera fragilidad y pérdida muscular, lo que puede provocar caídas o pérdida de equilibrio”.
“La intervención del farmacéutico es clave para promover el envejecimiento saludable y prevenir el deterioro funcional”.
Por su parte, María Luisa Martínez, farmacéutica en Coslada destacó la labor de la farmacia comunitaria como punto accesible y profesional para conocer las necesidades nutricionales de la población y, en el caso de las personas mayores, “detectar riesgo nutricional”. “La intervención del farmacéutico es clave para promover el envejecimiento saludable y prevenir el deterioro funcional”.
"Los farmacéuticos podemos conocer los estados nutricionales de los mayores porque el perfil de los usuarios de nuestras farmacias es de 65 años, conocemos sus hábitos, sus patologías y estamos en condiciones de realizar el seguimiento”.
“A través de herramientas estandarizadas, los farmacéuticos podemos conocer los estados nutricionales de los mayores porque el perfil de los usuarios de nuestras farmacias es de 65 años, conocemos sus hábitos, sus patologías y estamos en condiciones de realizar el seguimiento”, señaló la farmacéutica de Coslada, que además participó en primera edición de la Campaña para la Promoción de un Envejecimiento Saludable organizada por Ágora Sanitaria, y que este año contará con una segunda edición. En concreto, esta se desarrollará bajo el lema “Hazte mayor’, vive mejor” y con ella se pretende detectar y prevenir el deterioro nutricional y funcional en personas mayores de 65 años. La idea es fomentar el envejecimiento activo y saludable de la población a partir de un protocolo de cribado y el desarrollo de educación sanitaria dirigida al cambio de hábitos alimentarios y el impulso de la actividad física. En definitiva, se persigue “reforzar el papel de la farmacia en el consejo nutricional”.
La fórmula contra la fragilidad
En opinión de Marco Inzitari, experto en geriatría y profesor de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC, revertir la fragilidad y retrasar la discapacidad, debería ser uno de los retos futuros de cara a afrontar el envejecimiento acelerado de la población. El 10 % de las personas mayores de 65 años son frágiles. A pesar de ser relativamente autónomas, las personas mayores pueden ralentizarse, pueden disminuir de peso de forma involuntaria o pueden perder memoria, entre otros. La fragilidad aumenta el riesgo de sufrir acontecimientos adversos de salud, como caídas, demencia en el futuro próximo o discapacidad", comenta Inzitari.
"La fragilidad aumenta el riesgo de sufrir acontecimientos adversos de salud, como caídas, demencia en el futuro próximo o discapacidad".
La forma de dar la vuelta a esta realidad seguir esta fórmula: practicar ejercicio físico, mantener una dieta saludable, cuidar el sueño, revisar la medicación (para que realmente sea la que corresponde) y fomentar las relaciones sociales. "La ciencia demuestra que con esta fórmula se puede lograr el reto y, desde el Parque Sanitario Pere Virgili y el Instituto Catalán de la Salud, hemos aportado evidencias de que es posible implementar estas intervenciones de forma estable e integrada con los recursos de la comunidad, con el programa +Ágil Bcn, que aporta una mejora sostenida de la función física de las personas mayores", añade.
La salud cerebral
Al mismo tiempo, hay que cuidar el cerebro. Para Diego Redolar, neurocientífico de la UOC, la salud cerebral es una pieza clave para mantener las capacidades cognitivas, para prevenir enfermedades neurológicas y para minimizar el impacto en caso de que se den. "Mantener el cerebro en buenas condiciones es imprescindible para promover una salud integral del organismo y, por lo tanto, conseguir una buena calidad de vida", señala.
Identificar las variables que velan por una buena salud y un buen envejecimiento del cerebro es muy importante. Entre estas, Redolar destaca sobre todo el hecho de minimizar el estrés, tener una buena calidad del sueño, practicar ejercicio físico, hacer entrenamiento cognitivo y actividades mentales a lo largo del ciclo vital, y disponer de apoyo social.
Cuidados dignos
Del mismo modo, resultan cruciales los cuidados dignos, tanto para las personas mayores como para las personas cuidadoras. La tecnología juega un papel cada vez más importante en el cuidado de las personas, especialmente en las personas mayores: teleasistencia domiciliaria, dispositivos de rastreo, todo tipo de apps y también robots de compañía y cuidadores, nuevas arquitecturas de viviendas y residencias, etc. Según Daniel López, profesor de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, estas tecnologías están transformando la organización de los cuidados, pero normalmente buscan reducir o externalizar sus costes.
"No está claro de qué manera ayudan a dignificar y dar valor al trabajo de cuidados tanto por las personas que los reciben como por las personas que los dan. Éste sigue siendo un trabajo feminizado, que no genera derechos, que empobrece y disminuye la salud de las personas que la hacen, y que se da en condiciones precarias. Asimismo, estas condiciones hacen que no se vele por los derechos de las personas mayores a decidir cómo quieren vivir esta etapa de la vida, y por tanto cómo quieren ser cuidadas", explica López, también investigador del grupo Care and Preparedness in the Network Society (CareNet).
"Es imprescindible situar el derecho a los cuidados dignos y la dignificación de los cuidados en el centro de la política pública. La tecnología debe contribuir de forma decidida y efectiva. Para ello debemos cambiar la manera de entender y diseñar la tecnología. No puede ser que el argumento tecnológico sea la reducción y externalización de los costes del trabajo de cuidados", reivindica el investigador.